miércoles, 29 de agosto de 2012

LA REPÚBLICA DE PLATÓN


Para Platón, uno de los filósofos griegos más importantes, hay tres partes en el alma humana: la que conoce (la filosófica), la que está llena de ardor y bravura (la animosa), y la que solo procura la satisfacción corporal (la apetitiva). Por lo tanto –dice-, que debe haber tres partes en la estructura de la sociedad humana, para que camine acorde con las personas.
El rey filósofo que Platón concibe, se encarga del dominio del conocimiento sobre el ánimo y sobre el apetito del cuerpo político. Es decir, que en la República de Platón los guardianes del estado deben gobernar como encarnación del mismo principio, contando con un ejército bravo y celoso a ellos subordinado, y un pueblo o elemento apetitivo entregado a la obra productiva de la comunidad.
La concepción de Platón es esencialmente aristocrática y barre todo argumento democrático y todo alegato sobre la igualdad de derechos, sosteniendo que, en la sociedad, lo mismo que en el alma humana, la mejor parte debe gobernar en interés del todo.
Tal dogma está apoyado en la doctrina platónica de la “función”. Cada individuo, de acuerdo con la especial composición que las tres partes dichas determinen en su alma, tendrá su función en el sistema social. La función del filósofo es gobernar, por que sólo él conoce dónde está lo mejor. Los otros dos órdenes no pueden aspirar al mando porque carecen de semejante conocimiento.
Así, en los orígenes de la teoría política sistemática, aparecen ya todos los graves problemas que han preocupado a todas las épocas ulteriores. Quienes se han dedicado al estudio de La República de Platón, se han venido formulando una serie de preguntas como por ejemplo: ¿Es la autoridad política materia de derecho humano inalienable, que pertenece al hombre por su sola calidad de hombre, o es una consecuencia del conocimiento?
El más conocedor o capaz, ¿debe recibir órdenes o dictarlas?
¿Es la política un campo para especialistas, o para todos los hombres y mujeres comunes y corrientes? ¿Es la democracia una mera algarabía incoherente, o bien la voz del pueblo es, en cierto modo, la voz de Dios?
Y bajo estas preguntas, otra todavía más fundamental: ¿qué es el hombre; cual es su naturaleza? ¿Cómo deberá gobernar y ser gobernado?
Desde luego, Platón teorizaba y predicaba su doctrina práctica en vista, sobre todo, del estado-ciudad de los griegos. Las ciudades e islas griegas fueron, ciertamente, los primeros planteles de la teoría política y del experimento consciente en cuanto a métodos de gobierno. Esto es singularmente aplicable a Atenas que, en el apogeo de su poder hacia el siglo V (a.c.), parece una república democrática de ciudadanos plenamente organizados, aunque los esclavos y numerosos forasteros no tenían la menor injerencia en el gobierno.
Con todo, Platón justificó la decadencia del imperio ateniense, tras la derrota de Atenas por Esparta en la guerra del Peloponeso, cuando la gloria de la democracia ateniense se había extinguido. Su sucesor, Aristóteles, a menudo llamado el padre de la ciencia política, como de muchas otras ciencias, toma otro rumbo.
Platón se empeña en construir una república ideal con solo el pensamiento, en descubrir y satisfacer las necesidades reales del espíritu humano. Aristóteles se contenta más bien en escoger lo mejor de las formas y métodos usuales en los gobiernos, confesando que todos dejan algo que desear, pero distinguiendo entre los mejores y los peores, sobre la base de un laborioso estudio comparado entre las instituciones de diversos países.
Aristóteles considera que el estado-ciudad, es el modelo más alto de la civilización que distingue a los griegos de los “bárbaros”, pobladores del resto del mundo.
El estado que prefiere es, como el de Platón, un estado aristocrático poco consiente con los esclavos y obreros manuales. Sin embargo, aboga por una amplia distribución del poder político y procura trazar una constitución mixta de aristocracia y democracia. Sobre el hombre, Aristóteles dice que por naturaleza es un “animal social”, lo que hace que el vivir en sociedad le venga por ley natural y no por coerción o contrato artificial.
Agrega que la sociedad brota de la naturaleza humana, y se desarrolla desde la etapa meramente familiar hasta el adulto estado-ciudad, conforme los hombres progresan en conocimiento y cultura.
Juntos, Platón y Aristóteles, dan el tono y fijan el contorno de la teoría política para varias generaciones. La influencia de Aristóteles se deja sentir con intensidad por todo el periodo romano llamado de la Edad Oscura y la Edad Media, y así llega hasta los tiempos modernos.
En cuanto a Platón, muy olvidado desde la decadencia de Roma hasta la Edad Media, vuelve otra vez a derramar su influjo en el Renacimiento, y es todavía el más leído de los grandes pensadores políticos.
Pero resulta que el modelo “estado-ciudad” de los griegos, resultó, finalmente, un experimento político con claras contradicciones. Atenas, como otras ciudades, fue gobernada alternamente por reyes, por tiranos, luego pasa a la aristocracia y de esta a la democracia.

viernes, 17 de agosto de 2012

LOS HOMBRES DEL SISTEMA

Con actitud resuelta, el presidente electo Enrique Peña Nieto dirige sus pasos a la oficina principal de Los Pinos.
Sin la premura de sus ex contrincantes, pero con la urgencia del caso, ya se empiezan a ver los rostros de los que en coadyuvancia con el presidente, serán los responsables de las tareas políticas, legislativas y administrativas, que el país ansiosamente espera, después de doce aletargados años de desatinos y resbalones.
Una de las figuras de mayor connotación es Manlio Fabio Beltrones. Desde la Cámara de Diputados podrá brindar el apoyo necesario al Presidente Peña, particularmente por su probada experiencia en la construcción de acuerdos y de gobernabilidad. Su sentido de la lealtad, su visión de las cosas, y su perfil de eficaz conciliador, serán fundamentales para el éxito de la administración de Peña.
Emilio Gamboa Patrón -futuro coordinador de los senadores priistas-, sabe lo que es el manejo de los asuntos torales del país entero. Su posición como secretario particular del Presidente de la Madrid, su discreción y prudencia, han sido factores fundamentales para ocupar diversas posiciones en la administración y en tareas legislativas.
Para la Secretaría de Educación Pública se perfila el actual Rector de la UNAM José Ramón Narro Robles. De consumarse esta posibilidad, seguramente el presidente le encargará impulsar los cambios que urge aplicar en la educación. Hay que recordar que esta es una de las demandas más sentidas de la población.
Desde hace aproximadamente 10 años se ha privilegiado la educación confesional y privada, a costos inalcanzables para el grueso de las familias mexicanas que tienen que encarar la disyuntiva con sus hijos: o les dan de comer o les proporcionan educación. No hay de otra.
El presidente electo tendrá que voltear hacia el Instituto Jurídico de la UNAM. Ahí podrá encontrar a prestigiados juristas a los que deberá requerir su concurso para la gran tarea que se requiere para instaurar un auténtico estado de derecho. Urge darle vida a las letras de la justicia.
Al aún presidente no le fue tan bien como debía de ser con los abogados que contrató. Los de la Libre de Derecho (donde estudió) son excelentes litigantes, pero no tienen la visión de estadistas que los de la UNAM llevan implícita por formación universitaria.
Aunque para la Secretaría de Relaciones Exteriores hay varios nombres que se encuentran en el escritorio de Peña Nieto, quien sea nombrado debe reunir dos requisitos fundamentales para desempeñar el cargo con decoro: hablar perfectamente el inglés y saberse de memoria los discursos y las obras del abogado, escritor, periodista, historiador, lingüista, filólogo, diplomático y académico mexicano, don Isidro Fabela Alfaro, el  mejor diplomático habido en México.
México debe recobrar su liderazgo en América Latina. Necesita darle respetabilidad y funcionalidad a su política exterior.
Será de entera responsabilidad del titular de esta importante oficina, lograr que México haga sentir su voz en el mundo entero, tal como ocurría cuando don Adolfo López Mateos estaba al frente del gobierno federal.
Otra de las secretarías que jugará un papel importante en el gobierno que está por arribar, es la de Turismo. Se sabe que es una de las posiciones más disputadas. A la vista hay varios gallos y algunas gallinas. Habría que ver quiénes de los (o las) aspirantes, dominan -al menos-, el idioma inglés. México se debe vender ante el mundo como una de las mejores opciones dentro del turismo mundial. Claro, el esfuerzo por realizar deberá ser del mismo tamaño.
La Secretaría de Gobernación pareciera no participar de la fiesta. No pocos “le hacen el feo”.
En estos dos sexenios a esa secretaría se le ha perdido el respeto. Intereses opositores se han encargado de que permanentemente esté ocupada por los más diversos grupos de manifestantes. Ya hasta le dicen el Waterloo de Bucareli. Tendrán que rescatarla para convertirla en la más importante herramienta política del presidente en turno.
Algo urgente sería la creación de la Secretaría de la Juventud. Aparte que esta idea la tenía el propio Peña desde que era gobernador del Estado de México, los países más desarrollados del mundo como Italia y Francia, la tienen. Es necesaria.
Esta secretaría englobaría varios temas que tienen que ver con la juventud como el deporte, la cultura, programas de estudio, posgrados, etc., y sería coadyuvante –aunque independiente- de la Secretaría de Educación Pública.
Luis Videgaray Caso podría ser uno de los impulsores del presidente para alcanzar una presidencia democrática, que posicione con legitimidad a Peña Nieto en el contexto nacional e internacional, como un gobernante moderno y eficaz. 
En el primer círculo habría que agregar al experimentado Jesús Murillo Karam –de Hidalgo-, Ivonne Ortega –de Yucatán-, Beatriz Paredes –de Tlaxcala-, y Miguel Ángel Osorio Chong, entre otros.
Arduas faenas le esperan al nuevo gabinete para rearmar el rompecabezas en quedó convertida nuestra vida institucional.

viernes, 10 de agosto de 2012

JUEGO SIN ÁRBITRO

Como espíritus atormentados que penan por doquier, las huestes de Andrés Manuel no tan solo están tomando calles sino también centros comerciales, instalaciones televisivas y oficinas de algunos diarios en el país.
Ahora envuelto en su capa de batalla, encabeza algo que parece una larga galería de fantasmas que rondan en el recuerdo de las urnas electorales. Para AMLO su campaña no ha terminado, continúa. Lo que no queda claro es contra quien compite.
Sus declaraciones ante la prensa son escandalosas, incitan al desorden y la violencia.
Otra vez, como hace seis años, va con todo contra las instituciones electorales. Las acusa de omisas ante el supuesto fraude y la compra de votos.
No se salvaron de sus ofensivos calificativos los millones de mexicanos que no votaron por él.
El tabasqueño acusa y difama al Instituto Federal Electoral y al Tribunal Electoral, por no reconocer el triunfo que en las urnas no obtuvo. Sabe perfectamente que perdió frente a Enrique Peña Nieto. Por más que asegura tener las pruebas del fraude, hasta el momento no las ha mostrado.
Los orígenes de su inconformidad suenan falsos y rapantes. Las palabras que pueden leerse en su frente son las de la incitación y la desestabilización social. Más que demostrar que hubo ilegalidad durante el proceso electoral, pretende crear la malévola percepción en sus seguidores –más bien devotos-, de que deben enfrentarse a todo lo que está establecido, así dañe a México.
No quiere darse cuenta que sus arrebatos también están provocando serias molestias en sectores importantes del perredismo nacional. Los gobernadores que por el PRD resultaron triunfadores, no tan solo están en desacuerdo con los caprichos de su derrotado candidato presidencial, sino que cada vez son más frecuentes los mensajes de desaprobación de esa estéril lucha contra los resultados de una elección que, en las urnas y en los órganos electorales, aprobaron sus propios representantes. Es más, no hay escritos de sus representantes mencionado  violaciones significativas al código el día de la jornada electoral. Al menos nadie los ha puesto a la vista de todos.
Andrés Manuel actúa como si en sus bolsillos llevara los apetitos y los odios del mundo.
Sus frases como lava saliendo de su boca, pueden echar a perder los proyectos para el 2018 de Marcelo Ebrard. A Miguel Ángel Mancera lo haría enfrentarse a su propio discurso pacifista e incluyente. La mayoría de los diputados y senadores lo evitan volteando la cara hacia el lado contrario. El perredismo tradicional desea cerrar el ciclo de las pasadas elecciones y pasar a otra cosa. El Peje se está quedando solo y sus obsesiones.
Aunque se aprecia una disminución ostensible en los grupos que lo siguen, todavía hay suficientes para provocar desmanes en lugares públicos. Lo que está pasando con una cadena de tiendas a las que vincula con el proselitismo tricolor, no tiene nombre. Aunque el tabasqueño niegue su participación, sus inacabables peroratas y temibles acusaciones, con nombre y apellido, mueven al desorden y la violencia.
Recientemente, extremistas bloquearon los accesos de una de ellas, secuestrando por tres horas a 300 clientes.
Los consumidores nada tienen que ver con los convenios o acuerdos comerciales de las empresas. Solo van a comprar y punto.
Los órganos electorales determinarán la participación de la iniciativa privada en las campañas. Ninguna presunción debe ser motivo para agredir o provocar daño.
Pero si de especular se trata, entonces habría que voltear a los conciertos que en plena campaña electoral se llevaron a cabo en el Zócalo de la Ciudad de México. Nadie los criticaría a no ser que el objetivo fue el apoyo encubierto a la campaña del Andrés Manuel.
Las tocadas, eventos o festivales –como se les quiera llamar-, tuvieron un costo mayor a los 30 millones de dólares. Tan solo el ex Beatle cobró cerca de cinco millones de dólares. Y nadie ha dicho nada.
Como aventurero taciturno, pero con el ánimo mesiánico a toda asta, el derrotado ex jefe de Gobierno del Distrito Federal no se agota al propalar que hubo compra de votos.
Quienes tienen un criterio sólido sobre lo que es un proceso electoral, saben que la emisión del voto se da en un contexto de libre decisión. En la soledad de la mampara, el votante –solo y sus razones-, ejecuta el acto de votar sin presión alguna.
Las pasadas elecciones fueron las más vigiladas de la historia. Ese día, los perredistas en todo México estuvieron muy atentos y nadie protestó.
Contrario a lo que pareciera enunciar el de la “Honestidad Valiente”, ningún ciudadano mexicano cae en la clasificación de mutante, que haga las cosas por impulsos condicionados.
Un detalle que debería tomar en cuenta el perredista, fue la actitud de Hugo Chávez. Al siguiente día que Dolores Padierna (incondicional de AMLO), expresara públicamente el apoyo del perredismo al presidente venezolano, aquel, en lugar de agradecer la cortesía amarilla, les volteó la cara al reconocer el triunfo de Enrique Peña Nieto.

lunes, 6 de agosto de 2012

LA DIPLOMACIA DE FABELA

Venustiano Carranza pensaba que el país debía vivir democráticamente y regir sus relaciones por el derecho.
Para ello inició una serie de reformas que más tarde incorporó a la constitución. De igual manera, concebía las relaciones internas de la sociedad normadas por el derecho; también pensaba que el derecho de las naciones a su propia existencia debía prevalecer sobre la fuerza.
Para llevar a la realidad este principio, Carranza nombró como Oficial Mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores a Isidro Fabela.
Fabela, joven abogado originario de Atlacomulco, Estado de México, tenía una amplia trayectoria en política y gozaba de reconocimiento. Cuando el dictador Victoriano Huerta se apoderó del gobierno, Fabela decidió abandonar un congreso que avalaba las acciones del usurpador y se marchó a Coahuila, a las órdenes de Carranza, quien había sido nombrado por los legistas primer jefe del Ejército Constitucionalista y encargado del poder ejecutivo.
A Isidro Fabela lo preocupaba la nueva relación que habría de establecerse entre México y su vecino del norte. Estaba convencido de que solo asumiendo una actitud cautelosa de la integridad y de la soberanía del país podía garantizarse la existencia de México como nación. No proponía una política exterior suicida, ni aspavientos de fuerza bruta, sino la búsqueda de la prevalencia de los derechos, la autonomía sobre asuntos internos y el trato igualitario entre las naciones.
El estilo diplomático de Fabela supo resolver atinadamente el conflicto que la muerte de William Benton hubiera podido desatar. Benton -ciudadano inglés-, había sido fusilado por las fuerzas villistas y ello dio lugar fuerte crítica de la opinión pública mundial.
A manera de explicación, Villa envió un telegrama a Carranza explicándole que Benton había intentado asesinarlo y que él logró desarmarlo. Para hacer justicia, había enviado al frustrado homicida a un consejo de guerra, mismo que lo encontró culpable y lo mandó ejecutar.
Pero en los hechos no habían ocurrido así. Fabela averiguó que el ciudadano ingles le había reclamado a Villa ciertos abusos contra sus propiedades y que el General ni siquiera se había disculpado, y menos aún le había ofrecido explicaciones.
El inglés se enfureció y vociferó frente al Centauro del Norte para desahogar su enojo por la arbitrariedad sufrida. Como la ecuanimidad no era virtud de Villa, respondió a las agresiones verbales de Benton con unas bofetadas y una orden de fusilamiento.
El asunto era grave y el reclamo del gobierno inglés no se hizo esperar. La protesta fue secundada por varios ciudadanos estadounidenses que ansiaban una intervención armada en México. Los cónsules norteamericanos  de Nogales y El Paso exigieron una explicación satisfactoria de los hechos al Primer Jefe Constitucional don Venustiano Carranza.
Hábilmente, Isidro Fabela cuestionó la injerencia de Estados Unidos en el asunto, a lo que el Departamento de Estado contestó  que lo hacía a petición de la Embajada Británica. Fabela encabezaba la Secretaría de Relaciones Exteriores y no aceptó la representación estadounidense, que parecía oficiosa, en un asunto ajeno a la competencia estadounidense. Informó cortésmente que daría satisfacciones solamente al gobierno inglés.
Además solicitó que todo asunto internacional se le remitiera a él en su carácter de representante del poder ejecutivo en el país.
Con esa sutil táctica, la habilidad diplomática de Fabela logró imponerse, pues supo, “sin gritos ni sombrerazos”, manifestar la firmeza de los constitucionalistas en materia de la autodeterminación de México y, a la vez, obtuvo en cierto modo el reconocimiento del gobierno de Carranza por parte de naciones extranjeras.
Isidro Fabela, diplomático durante el periodo presidencial de Carranza, y por muchos años más miembro de academias y sociedades de internacionalistas, logró reafirmar los vínculos de México con Latinoamérica y el reconocimiento de las grandes potencias para el gobierno constitucionalista.
Además de su carrera como diplomático, Fabela fue gobernador de su estado natal (1942-1945). También es considerado como fundador en su entidad del Grupo Atlacomulco, con gran influencia en la política nacional.
Las inquietudes revolucionarias de Isidro Fabela estuvieron Influenciadas por su maestro de Derecho Constitucional Rodolfo Reyes.
Al escribir el libro Mis Memorias de la Revolución Mexicana, Fabela manifestó que estudiar la Constitución de 1857 le había hecho comprender que “el estado de injusticia creado por el régimen porfirista tenía que llegar a su término en plazo perentorio”.
En 1910, una vez definido su interés por participar en la política, Fabela se sumó a la causa de Francisco I. Madero participando en la fundación del Club Liberal Progresista y asistiendo a las reuniones de la Casa del Obrero Mundial, proscritas en aquellos días.
Fue contemporáneo y amigo de José Vasconcelos, Martín Luis Guzmán, Alfonso Reyes, Genaro Fernández McGregor, entre otros muchos intelectuales.