La espontanea y sorpresiva
irrupción de los estudiantes (y otros jóvenes) en la vida política nacional,
sin lugar a dudas que obedece a las condiciones prevalecientes que actualmente
vive el país entero. Y aunque el Presidente de la República haya pretendido
deslindarse diciéndose extrañado de que eran expresiones de inconformidad en
contra de un candidato en particular, en declaraciones posteriores los propios
jóvenes han puesto en claro sus motivos y han considerado pertinente incluir como
parte de su protesta, temas nacionales que forman parte de su lista de
preocupaciones.
Por ejemplo, exigen a los medios
de comunicación mayor claridad y certeza en la información que difunden,
especialmente en lo que se refiere a asuntos políticos y electorales.
Les preocupa el desempleo. Ellos
han externado su profunda frustración que envuelve a los recién egresados
cuando se enfrentan a la escases de empleos, así comprueben maestrías o
doctorados. Les lastiman las condiciones de inseguridad que se ha apoderado del
país entero, y qué decir de lo que comentan de la imparable corrupción y las
complicidades. Y de esto algo le toca al primer huésped de Los Pinos.
Si la explosión de la olla exprés
no ha pasado a mayores, ha sido por la actitud reflexiva de los propios
estudiantes de la Ibero, que rápidamente trataron de alejar su protesta del apetito
de los partidos políticos o sus candidatos. Hasta esta parte de las campañas lo
han conseguido, pero no totalmente. En el Distrito Federal se han visto manos amarillas
con tacto de seda, que han estado tocando los hombros de algunos líderes
visibles, con la insana intención de re direccionar la proclama.
En el contexto de los nuevos
escenarios electorales, se observa un nuevo fenómeno que se está presentando en
casi todo el país: los jóvenes están descubriendo el placer de tomar las calles
como una actitud refleja en contra de quienes no quieren que las tomen. En los
movimientos que se están gestando en varias ciudades, se puede apreciar el
interés de la juventud de reencontrarse, de identificarse y fusionar sus
palabras de inconformidad.
En las calles han encontrado un
espacio para dirimir controversias y asuntos de interés general.
Muy aparte de que la movilidad
estudiantil pudiera alterar los resultados del primero de julio, lo que se ve
es que sus convocatorias son más amplias cada vez, adquiriendo la nítida figura
de una verdadera expresión social, que puede ir más allá del primero de julio.
Tampoco hay que perder de vista
que entre los jóvenes usuarios de las redes sociales, se encuentran
simpatizantes del PAN, del PRI, del Verde Ecologista y de los partidos de
izquierda. Por eso sería muy aventurado anticipar su influencia en los
resultados finales.
Después del detonante percutido
aquel viernes en la Universidad Iberoamericana, los jóvenes son ya una
expectativa muy interesante para la vida política del país. Los partidos
políticos no podrán continuar con sus tradicionales estilos, sin modificar sus
procedimientos de selección de candidatos.
Las redes sociales están bajando
a las calles. Todo el mundo se dio cuenta que funcionan con rapidez y eficacia.
La sociedad está comprobando la fuerza de estas nuevas líneas de comunicación. Como
todo, pasará algún tiempo para que adquieran la madurez necesaria para estar en
posibilidades de definir los procesos electorales, bajo criterios definidos y
bien pensados.
Este asunto tomó por sorpresa a
todos los dirigentes partidistas. Hubo declaraciones impensadas que lejos de
calmar las cosas exasperaron los ánimos juveniles. Nadie supo realmente qué
pasaba con la visita de Peña Nieto a la Ibero, ni siquiera sus opositores.
Sin embargo, en medio de
opiniones confusas y encontradas, hay una voz que se escuchó interesante y
reflexiva: la del Senador Manlio Fabio Beltrones. Hizo un urgente llamado a
todos los actores políticos a ser autocríticos, a cambiar actitudes y a asumir
compromisos concretos ante el agravio que manifiestan los jóvenes.
Otro de los asuntos que para nada
están favoreciendo las campañas de los candidatos presidenciales, pero más la
de Peña Nieto –por su carácter de puntero-, son los discursos de los candidatos
a diputados federales y a senadores de casi todo el país.
En su proselitismo verbal se
están olvidando de su candidato a la silla del águila, y lo que se aprecia en
sus alocuciones son expresiones de promoción personal.
El nombre de Enrique Peña Nieto
no aparece en la mayoría de los discursos de los aspirantes a diputados o
senadores. Tampoco hacen alusión al ideario del aspirante presidencial ni a sus
temas de campaña. Quedan pocas semanas para que concluyan las campañas, si
descuidan este importante aspecto podrían llevarse una sorpresa nada agradable.
Ardua tarea que deberá articular
el mismísimo Pedro Joaquín Coldwell, a la voz de ¡ya!
Por lo que muestran los
promocionales, Josefina cambió sus propuestas por golpes bajos, y Andrés Manuel
su amoroso y aterciopelado discurso, por su tradicional estilo del líder
impulsivo que cuando pierde… ¡arrebata!