martes, 24 de abril de 2012

LOS COLORES DE MEXICO

Mientras doña Pina y el Peje se disputan el segundo lugar en la sin igual competencia, cuya meta final se encuentra entre primero de julio y Constituyentes -casualmente a la altura de Los Pinos-; vamos a hacernos a un lado en tanto pasan los corredores para evitar la intensa lluvia de proyectiles orales en todas direcciones.

En esta ocasión resultaría oportuno recordar el arte pictórico en México, a partir de la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, época en la que para varias naciones fue marcada como el parte aguas en los temas sociales, políticos y culturales.
La Revolución Mexicana se acercaba a su cuarta década y daba signos claros de madurez en diferentes ámbitos. En lo político, el dirigente con amplia experiencia militar pasaba a un segundo plano y dejaba su lugar al político formado en la universidad.

En lo económico, la idea de un país agrario quedaba atrás para propiciar un crecimiento económico industrial que permitiera el desarrollo de la nación. En lo ideológico, México se incluía en la línea de la Guerra Fría proclamada por el presidente estadounidense Truman, quien pugnaba por una posición claramente anticomunista y procapitalista frente al bloque socialista.
Y la madurez en lo artístico fue muy clara: se había dado una ruptura con la tradición anterior y, por primera vez, el arte mexicano manifestaba signos de autonomía e independencia ideológica y estilística. Establecía vínculos con el arte europeo y se dejaba influir por él, pero no apabullar.

Los tres grandes protagonistas del muralismo mexicano, José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, no formaron una escuela ni cultivaron discípulos; las generaciones posteriores aprendieron de ellos “directamente en los andamios”.
Al suscitarse el renacimiento de la pintura mural en 1922 con patrocinio estatal, José Clemente Orozco se reserva las paredes del patio grande de la Escuela Nacional Preparatoria, antiguo colegio jesuita de San Ildefonso. Interrumpió estas obras en 1925 para pintar Omnisciencia, un mural en la Casa de los Azulejos; y en 1926, para realizar otro en la Escuela Industrial de Orizaba, Veracruz.

En Nueva York pinta una serie de cuadros y murales que muestran el carácter deshumanizado y mecanicista de la gran metrópoli.
De regreso a México, en 1934 realizó un gran tablero para el Palacio de Bellas Artes conocido como La katharsis. En 1936, en Guadalajara pintó los muros del foro del paraninfo de la Universidad, la escalera del Palacio de Gobierno y la capilla del Hospicio Cabañas.          

De Orosco también son los frescos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
En 1947, el arquitecto Mario Pani le ofreció la primera oportunidad para realizar una obra al exterior en el recién terminado edificio de la Escuela Nacional de Maestros. En el vestí­bulo del propio edificio, Orozco pintó al fresco unos tableros que denominó El pueblo se acerca a las puertas de la escuela.

En 1948 hizo para la sala de la Reforma del Museo Nacional de Historia, en el Castillo de Chapultepec, el tablero Juárez redivivo.
Diego Rivera, cuando fue director de la Escuela de Artes Plásticas, cambió el plan de estudios y convirtió la escuela en un taller colectivo que permitía al alumno crear en libertad, sin sujeción a mínimos ni máximos de tiempo. Creía que la duración del proceso de aprendizaje dependía de un factor imponderable: el don, talento o genio.

Con esa idea renovadora, Rivera proporcionó las condiciones necesarias para que surgiera una nueva generación, capaz de superar lo alcanzado por los muralistas. Apoyaron ese nuevo programa arquitectos y pintores como José Villagrán, Carlos Alvarado Lang y Jorge González Camarena.
David Alfaro Siqueiros, grande del muralismo y del comunismo mexicanos, fue un activista –para algunos fue un agitador- sindical y político. Participó en la Revolución en las filas del ejército Constitucionalista; su defensa de la democracia lo llevó a las trincheras de la República Española, donde fue distinguido con el grado de coronel.

Por su actividad subversiva y algunos actos antisociales, Siqueiros estuvo varias veces en la cárcel y sufrió varios destierros, sin menoscabo de la producción pictórica ni del amor por el país. En 1970, Siqueiros inició vigorosamente su monumental Poliforum, una grandiosa obra en la cual combina su estilo de muralismo mexicano con métodos y técnicas súper modernas.
El arte pictórico también ejerció cierta influencia en la arquitectura cuando a mediados de siglo, México se hallaba inmerso en pleno “desarrollismo”.

Mario Pani, Manuel Ortiz Monasterio, Juan Sordo Madaleno, Juan Legorreta y O’Gorman, se encargaron de dotar a la arquitectura de una nueva fisonomía, adecuada al México moderno. Estos arquitectos integraron las construcciones a un sentido cosmopolita.
De ellos surge la idea de las unidades habitacionales y los multifamiliares.

A mediados del pasado siglo, O’Gorman diseña la Biblioteca de Ciudad Universitaria y la Torre Latinoamericana. De ahí a la fecha, México ofrece al mundo modernas construcciones con lo más adelantado en las tecnologías.
laraplatasangel@gmail.com

miércoles, 18 de abril de 2012

PILOTO EN APUROS

Al PAN no se le da mucho eso de hacer una campaña con propuestas. Solo diez días aguantaron tocando temas de interés general, aunque realmente fue por encimita. No aguantaron más y les pasó lo que al que siente que se ahoga: su desesperación lo hunde más rápido.

En su intento por encontrar el camino, el PAN –o Los Pinos, vaya usted a saber- dio un manotazo en el escritorio pero con tan mal tino que terminó pegando en el cesto de los papeles triturados.

A la candidata panista le armaron un equipo de puros generales, pero comandados por un sargento segundo. Ni la tropa sabe a quién hacerle caso.

Como si alguien tuviera la insana intención de llevar a pique la azulosa nave, de Europa importaron a Antonio Solá -con fama de gatillero del sufragio-, aquel que en 2006 lanzó demoledor golpe a la urna de Andrés Manuel López Obrador, con aquella frase: “López Obrador es un peligro para México”.

Por el prestigio que alcanzó entre las huestes panistas, Solá de nueva cuenta ha sido invitado al festín electoral.

Lo que al parecer no se ha percatado el español –ni los contratantes-, es que por las circunstancias que prevalecen en el país en lo político y en lo social, su estrategia basada en las descalificaciones y los descontones por la espalda, no es la más recomendable.

Actualmente Acción Nacional enfrenta los reclamos de una sociedad confundida, lastimada y harta de una guerra sin estrategias. A nadie le queda claro cuál es la parte que va ganando.

Las “campañas negras” –que para Solá son su manual de cabecera-, en esta ocasión solo contribuyen a crispar –aún más-, los ánimos de la gente.

A pesar de dos sexenios en el poder, los panistas no han aprendido que las campañas no se ganan infamando al contrario. Tampoco se han enterado que los triunfos se logran conquistando el ánimo del elector, endulzando su oído, irrigando sus esperanzas.

En estas elecciones que podrían calificarse como atípicas porque se dan en un contexto de violencia e inseguridad técnicamente generalizada; el que utilice como estrategia la ofensa y la bravuconería nadie le podría augurar un digno arribo a la meta final del 1 de julio.

Barrer para atrás, echarle la culpa a los que rebasaron hace doce años, no es el mejor producto para vender; es más, nadie se traga ese cuento.

La sociedad no quiere ni reclamos ni agresiones verbales. Y contra eso está reaccionando.

La distancia que están detectando los sondeos de opinión pública entre el primero y segundo (plural) lugar, obedece, entre otros factores, a la decisión del electorado a evitar cualquier intento de anular la elección presidencial en los litigios post electorales. A mayor distancia menos posibilidades.

Pero en este margayate Josefina Vázquez Mota también aparece como víctima de su propio equipo. La señora bien a bien no se sabe si sus enemigos están en la acera de enfrente o en su propia casa. A pesar del reacomodo en su equipo de trabajo sigue sin encontrar el rumbo.

Sus mismos compañeros de tripulación la están metiendo en un formato de disputa electoral con el que ni ella misma se siente a gusto. En sus intervenciones se le escucha fingida, forzada. Algo similar ocurre en sus spots. Nada que ver con aquella vigorosa mujer que aplicaba dinámicas motivacionales a quienes de manera particular la contrataban antes de su debut como funcionaria pública. “Dueña del escenario, Josefina lograba mantener nuestra atención durante todo el curso y nadie se retiraba”, comentan algunos participantes.

Hasta pareciera que a doña Pina la están dejando sola y a su suerte.

El cuarto de guerra azul está lleno de “notables”, pero los operadores electorales brillan por su ausencia.

Los errores y las fallas no paran. En su visita a Monterrey, Nuevo León, donde pretendía inaugurar un formato de diálogo tipo talk show con ciudadanos de aquella ciudad Regia, volvió a llegar tarde. En su intención para calmar la molestia de los presentes le echó la culpa al tráfico hacia el aeropuerto de Toluca. Por lo pronto, el nuevo formato no lo pudo estrenar.

En Matamoros, Tamaulipas, sufrió otra sensación de vacío en un evento “masivo”: los asistentes abandonaron el lugar antes que la candidata terminara su discurso.

Otra vez las incongruencias. Antes de abandonar Matamoros, La Jefa les aclaró que es “una mujer valiente”, que “no le tiene miedo a la delincuencia”. Estas palabras, que en otro escenario hubiesen resultado harto motivadoras, en esta ocasión provocó el cuchicheo entre los presentes.

Mientras los oídos de los tamaulipecos escuchaban estas solidarias frases, sus ojos veían el impresionante despliegue de seguridad en torno a la aspirante: una patrulla de la Policía Federal adelante y otra atrás; a los costados dos humvees artillados del Ejército; la Suburban de la candidata era cubierta por dos Suburban del Estado Mayor Presidencial. Otros dos humvees cubrían los flancos en la parte trasera. Además de los rondines de las Fuerzas Armadas con vehículos tipo Rino; y otros vehículos militares y de la Policía Federal en posición defensiva a cuadras de distancia. 

Pues así… cual miedo?

laraplatasangel@hotmail.com

martes, 10 de abril de 2012

CRUCIFICADOS EN VIERNES SANTO

Aunque en un razonamiento simple no habría relación entre las actividades proselitistas de los candidatos y los asuntos propios de la religión, en esta ocasión al parecer sí tiene que ver una cosa con la otra. Mientras que para unos la Semana Santa fue la oportunidad de recibir agua bendita, para otros las cenizas, y para el resto… solo La Pasión.

Resulta que en el equipo de Peña Nieto surgió la idea de someter a su candidato a un triple salto del trapecio y sin red protectora. Le propusieron que tenía que ir a las playas del Puerto de Veracruz, en plena Semana Santa, en el cenit de la euforia de los bañistas procedentes de todos lados de la República Mexicana; para medir su popularidad.
Por supuesto que era un acto verdaderamente arriesgado para cualquier candidato, ya que son momentos en los que la gente escapa de la realidad que los irrita, más aún si proceden de las grandes ciudades como la capital del país.

Acudir a una playa repleta de gente a pedir el voto, es exactamente igual a hacer lo mismo en cualquier cantina a la “hora del amigo”. No tan solo nadie entendería la presencia del aspirante hablando del gran sacrificio que estaría dispuesto a hacer para mejorar las condiciones de los que lo escuchan –obviamente a cambio del voto-; sino que correría el riesgo de que en vilo lo echaran del lugar.
Bueno, pues cuando Enrique Peña aceptó y de inmediato inició su caminata por las playas de Veracruz-Boca del Río, y que la gente se daba cuenta de la figura que inmediatamente identificaron como el que compite para la Presidencia de la República, hubo reacciones espontaneas que ni siquiera pasaron por la cabeza de los organizadores.

Y comenzó el alboroto: primero fueron las señoras, que ante la mirada complaciente de los maridos, en tumulto pretendían la foto con el ex gobernador para presumirla con las amigas que decidieron quedarse en casa.
Las chicas jóvenes, aún chorreando de agua de mar, adoptaron una actitud más exigente: pedían foto, beso y abrazo. Los novios -haciendo a un lado los naturales celos del escolapio-, se ofrecían como fotógrafos voluntarios.

Los varones no se quedaron atrás: buscaban la foto en la que “Enrique”, al centro, pareciera un cuate más del grupo.
Hasta los prestadores de servicio -en tropel-, buscaban el recuerdo para exhibirlo en sus improvisados negocios.

Esto, que pareciera una auténtica crónica de sociales, en realidad va más allá de eso.
A los lugares de diversión como el referido acude gente de diferentes ideologías, culturas, orígenes y preferencias partidistas. El único punto de unión es la fiesta, la diversión y el esparcimiento. Y párele de contar.

Penetrar en esos círculos de “intimidad colectiva” no es nada fácil. Cualquier intento fallido sería contrario a los propósitos proselitistas de los partidos.
Aunque todavía falta la medición final, esto no deja de ofrecer una evidencia de los niveles de aceptación de Peña Nieto entre los votantes mexicanos. Es decir, la prueba del clic ya la pasó. Por si lo de la playa no hubiera sido suficiente, la confirmación la consiguió en el café más famoso de México: La Parroquia de Veracruz. Por un momento, los “lecheros” pasaron a segundo término.

La misma Semana Mayor también fue definitoria para otros.
Después del banderazo a un grupo de jóvenes que volantearían en la salida del DF rumbo a Cuernavaca, doña Josefina –que en últimas fechas se ha visto rodeada de circunstancias harto difíciles-, se dirigió al poblado Tres Marías para saborear las tradicionales quesadillas.

Pero luego lo inesperado: su presencia incomodó a los comensales quienes en tono alto le solicitaron que retirara a sus fotógrafos y ayudantes que irrumpieron violentamente la tranquilidad del restaurante. Para colmo, la mesera que tomó su pedido (una chica universitaria), en lugar de la deliciosa quesadilla puso en su plato una retahíla de reclamos con chile piquín: que los gasolinazos, que el desempleo, el precio de las tortillas y hasta lo del SME.  Otras mujeres la secundaron.
Lo que tenía  que ocurrir: la señora tragó gordo y se retiró del lugar.

Lo de Tres Marías, lo de Puebla -donde dijo: “vamos a fortalecer el lavado de dinero”-, y haber escrito Tlazcala en lugar de Tlaxcala; desató los demonios en su war room. Si no suspende la gira por Veracruz, el pleito entre los tradicionales y los nuevos panistas le hubiera provocado otro dolor de cabeza acompañado de mareos. Las consecuencias: ajuste en el equipo de campaña.
Si durante el reparador descanso de Andrés Manuel en la quinta bautizada por él mismo con nombre impronunciable,  aprovechó para replantear su campaña, y calzar otros zapatos que pisen más fuerte, no sería sorpresa que Andrés Manuel le disputara el segundo lugar a doña Pina.

Las crucifixiones. Las bañistas a Peña: para que no se fuera de las playas jarochas. Los de azul a doña Pina: porque sin salir de una entra a otra. Los radicales al Peje: por andar tendiendo su mano franca hasta al mismo Satanás. Y el IFE a Quadri: por andarse gastando la lana del ISSSTE.

martes, 3 de abril de 2012

CRITICA AMPULOSA

Hoy la conocemos como Universidad Nacional Autónoma de México, pero su antecedente fue la Real y Pontificia Universidad de México, fundada en 1551 por Cédula Real, organizada con un formato similar al de la Universidad de Salamanca. Entonces solo habían las carreras de: Teología, Cánones, Leyes y Medicina; y Artes  y Cátedras como carreras “menores”.

Esta institución fue la primera en ofrecer cátedras en el continente americano. En ella se formaron los propios doctores que conformarían el claustro universitario, así como los profesionales del periodo virreinal -clérigos, abogados, administradores y médicos-.

En septiembre de 1910 la educación media superior y superior mexicana se reorganizan y vigorizan con la inauguración de la Universidad Nacional de México, que reunió a escuelas nacionales fundadas a lo largo del siglo XIX  -Preparatoria, de Jurisprudencia, de Medicina, de Ingenieros, de Bellas Artes- y a la recién creada Escuela de Altos Estudios.          


En julio de 1929 la Universidad se convierte en autónoma con el nombre de Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Actualmente es la más grande e importante de México e Iberoamérica.          

La UNAM tiene como propósito primordial trabajar al servicio del país y de la humanidad, formar profesionistas útiles a la sociedad, organizar y realizar investigaciones, principalmente acerca de las condiciones y problemas nacionales, y extender, con la mayor amplitud posible, los beneficios de la cultura y la ciencia. Es la universidad con mayor reconocimiento académico en Hispanoamérica, así como también una de las más grandes y activas en materia artística. Se le considera parte indisoluble del proyecto de nación.
La UNAM está pagada con dinero de todos los mexicanos y sus principios básicos son la libertad de cátedra y de investigación. Está inspirada en todas las corrientes del pensamiento.

En 2007 fue declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad, y en 2009 fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. Además es considerada como la mejor universidad de habla hispana y la quinta universidad más atractiva al turismo cultural en el mundo.

En sus aulas estudiaron tres mexicanos laureados con el Premio Nobel: Octavio Paz (de Literatura), Alfonso García Robles (de la Paz) y Mario Molina (de Química).

La Sala Netzahualcóyotl, en el Centro Cultural Universitario, es considerada una de las mejores del mundo por su belleza e ingeniería acústica.
El proyecto de creación de la Universidad fue propuesto por Justo Sierra en 1881, a fin de corresponder a la imagen de progreso y civilización que del país se quería forjar, con la intención de contrarrestar el problema educativo.

La UNAM es una de las instituciones más representativas de la nación mexicana. Es el proyecto educativo, científico, cultural y social más importante de México, y uno de los más significativos para la América Latina y el mundo iberoamericano en su conjunto.

La UNAM ha sido, en los últimos cien años, el modelo académico de muchas generaciones de estudiantes de diversos países y ha nutrido el ámbito Iberoamericano de los más influyentes científicos, humanistas, artistas, escritores, filósofos, políticos, y deportistas de México.
Solo algunos ejemplos: el poeta Juan Sabines, el futbolista Hugo Sánchez, el potentado Carlos Slim, el mejor periodista en la historia de México Jacobo Zabludovsky, los ex presidentes Carlos Salinas, Miguel Alemán y Miguel de la Madrid; Verónica Castro, Carmen Aristegui, Germán Dehesa, Andrés Manuel López Obrador, Cuauhtémoc Cárdenas, Julio Scherer, Carlos Monsivais, Carlos Fuentes, Javier Solórzano, Santiago Creel, Beatriz Paredes, Federico Reyes Heroles; y millones más que han abrevado cultura y conocimientos del Alma Máter.

Sorprende que sin el menor esfuerzo de investigación, el mundo de la enseñanza y el saber hayan huido entre los ojos y los dedos de doña Josefina, cuando en su Tesina escribe que la función de la UNAM era (pretérito) educar, pero “poco a poco fue convirtiéndose en una institución política, en un monstruo que alberga más de medio millón de estudiantes que lamentablemente no tienen (presente) ningún interés en su preparación profesional”.

La neta (coloquial), solo los rechazados podrían compartir esa ampulosa crítica.

Incongruente que a la misma silla en la Secretaría de Educación Pública, que ocuparon grandes pensadores mexicanos como Justo Sierra, José Vasconcelos, Plutarco Elías Calles, Jaime Torres Bodet, o el Veracruzano Jesús Reyes Heroles, se haya sentado alguien que ha abrigado la idea de privatizar la educación pública. Y peor aún: que el mismo asiento ahora lo ocupe (premio de consolación) quien recientemente reprobara como candidato panista al gobierno de Guanajuato (médico, por cierto). 

¿Qué ánimo campeará el 1 de julio -en la soledad de la mampara-, de los que llevan tatuado el emblema de la UNAM, que consideren esa crítica como una afrenta?

alaraplatas@hotmail.com