En
su intento por encontrar el camino, el PAN –o Los Pinos, vaya usted a saber- dio
un manotazo en el escritorio pero con tan mal tino que terminó pegando en el
cesto de los papeles triturados.
A
la candidata panista le armaron un equipo de puros generales, pero comandados
por un sargento segundo. Ni la tropa sabe a quién hacerle caso.
Como
si alguien tuviera la insana intención de llevar a pique la azulosa nave, de
Europa importaron a Antonio Solá -con fama de gatillero del sufragio-, aquel
que en 2006 lanzó demoledor golpe a la urna de Andrés Manuel López Obrador, con
aquella frase: “López Obrador es un peligro para México”.
Por
el prestigio que alcanzó entre las huestes panistas, Solá de nueva cuenta ha sido
invitado al festín electoral.
Lo
que al parecer no se ha percatado el español –ni los contratantes-, es que por
las circunstancias que prevalecen en el país en lo político y en lo social, su
estrategia basada en las descalificaciones y los descontones por la espalda, no
es la más recomendable.
Actualmente
Acción Nacional enfrenta los reclamos de una sociedad confundida, lastimada y
harta de una guerra sin estrategias. A nadie le queda claro cuál es la parte
que va ganando.
Las
“campañas negras” –que para Solá son su manual de cabecera-, en esta ocasión
solo contribuyen a crispar –aún más-, los ánimos de la gente.
A
pesar de dos sexenios en el poder, los panistas no han aprendido que las
campañas no se ganan infamando al contrario. Tampoco se han enterado que los
triunfos se logran conquistando el ánimo del elector, endulzando su oído, irrigando
sus esperanzas.
En
estas elecciones que podrían calificarse como atípicas porque se dan en un
contexto de violencia e inseguridad técnicamente generalizada; el que utilice
como estrategia la ofensa y la bravuconería nadie le podría augurar un digno
arribo a la meta final del 1 de julio.
Barrer
para atrás, echarle la culpa a los que rebasaron hace doce años, no es el mejor
producto para vender; es más, nadie se traga ese cuento.
La
sociedad no quiere ni reclamos ni agresiones verbales. Y contra eso está
reaccionando.
La
distancia que están detectando los sondeos de opinión pública entre el primero
y segundo (plural) lugar, obedece, entre otros factores, a la decisión del
electorado a evitar cualquier intento de anular la elección presidencial en los
litigios post electorales. A mayor distancia menos posibilidades.
Pero
en este margayate Josefina Vázquez Mota también aparece como víctima de su
propio equipo. La señora bien a bien no se sabe si sus enemigos están en la
acera de enfrente o en su propia casa. A pesar del reacomodo en su equipo de
trabajo sigue sin encontrar el rumbo.
Sus
mismos compañeros de tripulación la están metiendo en un formato de disputa
electoral con el que ni ella misma se siente a gusto. En sus intervenciones se
le escucha fingida, forzada. Algo similar ocurre en sus spots. Nada que ver con
aquella vigorosa mujer que aplicaba dinámicas motivacionales a quienes de
manera particular la contrataban antes de su debut como funcionaria pública.
“Dueña del escenario, Josefina lograba mantener nuestra atención durante todo
el curso y nadie se retiraba”, comentan algunos participantes.
Hasta
pareciera que a doña Pina la están dejando sola y a su suerte.
El
cuarto de guerra azul está lleno de “notables”, pero los operadores electorales
brillan por su ausencia.
Los
errores y las fallas no paran. En su visita a Monterrey, Nuevo León, donde
pretendía inaugurar un formato de diálogo tipo talk show con ciudadanos de
aquella ciudad Regia, volvió a llegar tarde. En su intención para calmar la
molestia de los presentes le echó la culpa al tráfico hacia el aeropuerto de
Toluca. Por lo pronto, el nuevo formato no lo pudo estrenar.
En
Matamoros, Tamaulipas, sufrió otra sensación de vacío en un evento “masivo”: los
asistentes abandonaron el lugar antes que la candidata terminara su discurso.
Otra
vez las incongruencias. Antes de abandonar Matamoros, La Jefa les aclaró que es “una mujer
valiente”, que “no le tiene miedo a la delincuencia”. Estas palabras, que en
otro escenario hubiesen resultado harto motivadoras, en esta ocasión provocó el
cuchicheo entre los presentes.
Mientras
los oídos de los tamaulipecos escuchaban estas solidarias frases, sus ojos
veían el impresionante despliegue de seguridad en torno a la aspirante: una patrulla de la Policía Federal adelante y otra atrás; a los
costados dos humvees artillados del Ejército; la Suburban de la
candidata era cubierta por dos Suburban del Estado Mayor Presidencial. Otros
dos humvees cubrían los flancos en la parte trasera. Además de los rondines
de las Fuerzas Armadas con vehículos tipo Rino; y otros vehículos militares
y de la Policía Federal en posición defensiva a cuadras de distancia.
Pues así… cual miedo?
laraplatasangel@hotmail.com
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