“El fraude a Melate no es considerado
un delito grave ante el Código Penal Federal, por lo cual las personas
involucradas no fueron detenidas cuando se detectaron las anomalías”, dijo Irving Barrios subprocurador de Investigación en
Delitos Federales de la Procuraduría General de la República (PGR).
Este delito no grave –así pueda
enriquecer vilmente a funcionarios públicos involucrados- no es motivo legal
para retener a una persona y mucho menos arraigarlo.
Es la parte que cuando asoman casos
como el del fraude con el Melate, no se comprenden de nuestras leyes.
Fueron cuatro los empleados de
Pronósticos y dos de la empresa
Just Marketing que se coludieron para simular un sorteo, grabándolo anticipadamente
y en privado. El fraude que cometieron fue por 160 millones de pesos contra
Melate. Sí claro, lo que todos sabemos: los hampones están en libertad.
El fraude cometido
en perjuicio de Melate, no tan solo provocará desconfianza en los compradores
de los boletos, sino que el hecho pone al descubierto que la empresa a todas
luces carece no tan solo de ética, sino de mecanismos de control para
garantizar la transparencia del sorteo.
Pero hay algo
peor: el delincuencial hecho pega directo en el ejercicio primordial de las
esperanzas y las ilusiones de los jodidos (desmoralizados, lastimados,
estropeados) y los pobres. Sin descartar uno que otro afanoso.
Quienes albergaban
expectativas al comprar billetes de lotería, con el propósito de mantener vivas
las esperanzas para resolver algún problema de naturaleza económica, ahora ven
aridez y lodo.
Un poco en broma
otro tanto en serio, para el mexicano había (pasado reciente), dos figuras
emblemáticas en los deseos de su corazón: la Virgen de Guadalupe y la Lotería
Nacional. Ahora solo queda una.
En el ambiente de
la alta burocracia, desde hace varios años se ha comentado en voz alta que la
Lotería Nacional es la caja chica del gobierno federal.
De ahí -según esas
versiones-, ha salido dinero para algunas campañas de los candidatos favoritos del
gran poder. También ha servido para gastos imprevistos de altos funcionarios o
para pagar favores por componendas pactadas en la oscuridad.
No es la primera
vez que se sospecha que existen cuestiones turbias en la institución que
pretendió ser uno de los principales apoyos para la asistencia pública.
Ha habido algo que
por el sigilo con el que se desplaza pocos se han dado cuenta, excepto quienes
se han puesto a analizar aquello que tiene que ver con la ley de las
posibilidades.
Si bien es cierto
que entran a sorteo solo las series vendidas, se ha especulado que hay algún
salto en el camino de vuelta entre la devolución de los billetes no vendidos
-supuestamente cancelados- y el sorteo. De tener veracidad lo que se afirma, se
estaría hablando de una verdadera fábrica de millonarios, y no precisamente los
esperanzados que participan motivados por apremios económicos.
No hay evidencia
de esta práctica en particular, pero es un comentario que recurrentemente se
escucha, incluso, de algunos que han trabajado para esa institución.
Pero esta
especulación adquiere rasgos de realidad después de conocer lo que pasó con
Melate.
De la Lotería
Nacional, institución que debería ser incólume por sus fines altruistas, se
dicen varias cosas que empañan su imagen. Por ejemplo, que es una de las
instituciones públicas que más “aviadores” tiene en su nómina. Ahí van a dar
buena parte de las facturas políticas por pagar de los colaboradores del
Ejecutivo Federal.
En los dos últimos
sexenios, la Lotería Nacional ha tenido como directores a personajes muy
cercanos a la maestra Elba Esther Gordillo. Se ha dicho que para pagar los
favores recibidos.
Coincide esta
etapa con los fuertes escándalos que han envuelto a la mencionada institución.
La Lotería
Nacional no ha quedado al margen de las leyendas urbanas. Unas creíbles, otras
no tanto. Por ejemplo, se habla de un presidente de la República que ordenó al
director en turno de esa institución, que quería sacarse la lotería como un
auto pago de marcha. Inmediatamente después del siguiente sorteo el obediente
-pero audaz- servidor público fue a Los Pinos, con la noticia para el
presidente que la suerte lo había favorecido con el premio mayor. “Señor
Presidente: se ha sacado usted el primer premio de la lotería, pero hay un
detalle señor Presidente, que su suerte también a mi me alcanzó: me saqué el
segundo premio”
También se ha especulado que ha habido
políticos que han acudido a los afortunados ganadores, para justificar parte de
sus fortunas al amparo del poder. Les compran los billetes premiados sumándoles
lo que debían pagar por impuestos.
Lo que sea, pero el caso Melate obliga
al Presidente de la República entrante, el Lic. Enrique Peña Nieto, a despejar
las volutas de humo que han encubierto todas esas prácticas viciosas en
instituciones donde la gente tiene depositadas todas sus esperanzas y toda su
fe.
Transparentar los procedimientos y
vigilar más de cerca la probidad y ética de los responsables del manejo de
estos juegos de azar, hasta pudiera ser un asunto de seguridad nacional.
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